27 julio 2007

Seguimos creciendo:

Se colegia la primera Fonoaudióloga de la Universidad Mayor.

Con esta nueva colegiada, ya suman casi 500 los Fonoaudiólogos colegiados en Chile.

En una ceremonia realizada el jueves 26 de abril del presente año, a la que asistieron el Directorio de nuestro Colegio y algunos invitados, se le tomó el juramento a la colega, señorita Paulina Carreño, la primera Fonoaudióloga colegiada de la Universidad Mayor. Paulina trabaja en dos escuelas de lenguaje dentro de la región metropolitana, específicamente en Maipú y La Cisterna, y se tituló en Diciembre de 2006.
Al ser consultada por las principales motivaciones para integrarse a las filas del colegio, la colega señaló que “ingreso al Colegio, en primer lugar por los privilegios que implica, principalmente las invitaciones constantes a participar en actividades científicas y sociales. Otro motivo es por el prestigio que implica ser miembro de una asociación gremial y, finalmente, mi motivación principal es la de estar informada de las actividades y cursos que se realizan”.
En la cita, realizada en dependencias del Colegio ubicado en calle Rosales de la ciudad de Santiago, también juraron otros dos colegas, Betsy Poblete y Reinaldo Salazar, egresados de la Universidad de Chile y Valparaíso, respectivamente. Estos últimos concordaron en agregar a las palabras de Paulina, la importancia de colegiarse para “unir fuerzas”, es decir, participar e informarse de los diversos eventos que se desarrollen, para hacer crecer nuestra profesión en nuestro país.
Finalmente, cabe señalar que con el juramente de estos tres colegas, son casi 500 los fonoaudiólogos que integran el Colegio, distribuidos en sus labores a lo largo de todo el país.
Informe realizado por Flgo. Reinaldo Salazar.

Pensamientos…

Cuando conocí la Fonoaudiologia no tenía más de 18 años. Fue exactamente cuando estaba en cuarto año medio. El sinfín vocacional que se venía por delante me hacía titubear constantemente sobre qué profesión debía elegir. Entre debates internos moralisticos y familiares, me decidí por una profesión poco “tradicional”, cuando solamente se impartía en dos universidades de nuestro país.
Sin darme cuenta, o quizá sí pero no queriendo hacerlo, me enamoré de este cautivante trabajo de la comunicación oral humana. Pero, ¿qué es lo que realmente cautiva de esta profesión? Al parecer, esta interrogante aún no tiene una respuesta determinada. Creo que ni los primeros Fonoaudiólogos de nuestro país pueden responderla.
Sin el objetivo de responder esta pregunta, o muchas otras que vienen en este momento a mi cabeza, he decidido escribir estas líneas para agradecer y dar mi humilde opinión sobre la realidad de nuestra profesión en el hoy. Llevo trabajando únicamente dos meses en escuela de lenguaje. Sin embargo, he percibido algo especial en ellas y de eso sí tengo una respuesta clara, la capacidad de trabajo en equipo y la posibilidad de educar-rehabilitar a cientos de niños con dificultades en el lenguaje.
En la jornada realizada el sábado 31 de marzo en la Universidad Andrés Bello, me dí cuenta que no era el único que sentía esto. Que éramos varios Fonoaudiólogos que sentíamos lo mismos y no sólo nosotros. También lo eran profesores, directivos, sostenedores y otros amigos que nos reunimos a debatir y compartir la realidad de nuestras escuelas de lenguaje.
¿Cuál es esa realidad? La realidad que nos permite dar a conocer que la labor que en ellas se realiza logra sus frutos pasado unos años. Que no es una tarea fácil ni de rápida solución. Que su disolución es, por decirlo menos, una aberración y, más aún, que son los niños que en ellas transitan quienes reciben el resultado de este bello trabajo transdisciplinario.
Observar formas de intervención, proyectos educativos diversos y que responden a cada realidad y la capacidad de laborar unidos es casi un nuevo respiro en tiempos que nuestros centros educativos-terapéuticos están en crisis (la educación especial la está) y en general, la educación en nuestro país.
Quiero terminar estas líneas compartiendo estos sentimientos. Los niños que habitan nuestras escuelas, que conforman los cursos, que son nuestros “clientes-pacientes” son nuestro principal motor del porqué nos reunimos, del porqué peleamos, del porqué debatimos. Este tema ya no sólo pasa por nuestra inhabilidad, sino que trasciende hacia ellos. Les invito, como profesional joven que soy, a trabajar con entusiasmo por ellos, a luchar por su rehabilitación contra viento y marea. Y, para finalizar, como siempre he dicho, hagámonos cargo y parte de esto, como ya lo está haciendo nuestro Colegio en estos encuentros y jornadas que realizan.
Seamos capaces de ser nosotros mismos los gestores del éxito, por el futuro de nuestros niños y de nuestra sociedad.


Reinaldo Salazar Martínez
Fonoaudiólogo, Universidad de Valparaíso